viernes, 27 de julio de 2007

El baile en una novela de Salinger

Los conceptos expresados en un texto literario nos ofrecen distintas perspectivas de lectura. Entre ellas está el reflejar la experiencia humana ya sea en el aspecto social o en el privado. Novelas como El guardían entre el centeno, de J. D. Salinger, permiten al lector la identificación con los protagonistas de la obra o bien el reconocimiento de ritualizaciones, procesos de identificación y actos agresivos que se observan en la vida diaria. Tales hechos se pueden encontrar en la novela aludida pues presenta escenas que incluyen el baile en espacios como la casa y un centro social, así como la descripción de algunos detalles sobre quiénes bailan, por qué lo hacen y algún comentario acerca de la calidad de su danza.

En la novela El guardían entre el centeno, el protagonista Holden Cauldfield, buen bailarín y escritor de prosas, nos describe sus experiencias al bailar. Así, nos lleva a la escena de un baile filial, entrañable y tierno, donde encontramos a un joven sorprendido de bailar con su hermana Phoebe.

El joven estudiante fue a su casa cuando no estaban sus padres pues no quería decirles que lo habían corrido de la escuela, se dirigió a la habitación donde su hermana dormía. Sólo le dijo :"Despierta, Phoebe" y la niña despertó. Al verlo se alegró mucho y puso la radio en una estación en la cual emitían música para bailar. Mientras tanto Holden Cauldfield fue a la sala a hablar por teléfono y al regresar ella escuchaba la música sentada sobre la cama, como en posición de yoga, esta figura le pareció graciosísima y la invitó a bailar. Holden le había enseñado unos cuantos pasos cuando era pequeña, lo demás lo aprendió sola y ahora baila estupendamente, de maravilla, muy bien. Esa noche estaba encantado de que la niña lo siguiera a la perfección. Así, transcurrieron cuatro melodías y en los descansos, cuando debía quedarse quieta y en posición, él tenía que hacer lo mismo hasta que la orquesta empezara a tocar otra vez y ella entretanto permanecía muy seria, pero divertidísima al no dejarlo salir de esa formalidad. El protagonista concluye así el relato de esa ritualización del baile : "Bueno, como les iba diciendo, bailamos cuatro piezas y luego Phoebe apagó la radio. Volvió a subir a la cama de un salto y se metió entre las sábanas" p. 188.

Las líneas anteriores nos presentan a Holden en un baile fraternal. Feliz de encontrar a su hermana en otro tiempo y en otra dimensión espacial donde recuerda cuando ella era más pequeña y él la enseñó a bailar. Compartiendo ahora la suave ondulación de silencios y sonoridades y sorprendido y cautivado de que la niña lo siguiera en todos sus movimientos, inmersos en una fiesta y en una ritualización que celebra el encuentro de los hermanos.

Pero no crean que a este muchacho le ha ido siempre bien en el baile. A partir de las chicas tan especiales con quienes le ha tocado bailar construye su particular clasificación de las danzarinas. Cauldfield las divide en las inteligentes yu las tontas y nos dice quiénes son las que llevan mejor el ritmo. En cuanto a las primeras opina; esas muchachas " bailan tan mal que lo mejor que puedes hacer es quedarte sentado en la mesa y emborracharte con ellas" p. 80. Había conocido pocas chavas que bailaran bien, pero en un salón de baile este joven sacó a una rubia que bailaba de miedo. Mientras bailaban trató de hacerle plática a la muchacha, algo acerca de la calidad de los bailarines, pero ella ni en cuenta. Entonces él se limitó a bailar esa preciosa canción llamada "Just one of this things" . acometida con rudeza por Bobby Singer y sus músicos sin lograr destrozarla del todo. "Me moví todo lo que quise y la rubia me seguía perfectamente. Lo más gracioso es que yo creía que ella se la estaba pasando igual de bien que yo hasta que se descolgó con una estupidez:

"Anoche mis amigas y yo vimos a Peter Lorre en persona. El actor de cine. Estaba comprando el periódico. Es un sol". p. 81. Al escuchar este comentario Holden pensó que esa chica era una estúpida pero aún así la felicitó por ello. Por otra parte, como sabía reconocer a las buenas bailarinas, no pudo evitar darle un beso en la cabeza, entonces ella le dijo: "pero ¿qué te has creído?" "Nada, no me he creído nada. Es que bailas muy bien - le dije-. Tengo una hermana pequeña que está en el cuarto grado. Tú bailas tan bien como ella y eso que mi hermana lo hace como Dios." p. 82.


Si cuando se baila se busca la identificación con la pareja, este proceso se puede dar pero no siempre de manera completa, pues aún cuando se tengan las habilidades dancísticas para seguir al compañero en forma tan perfecta que dé como resultado el dar o recibir un tierno beso, queda por compartir el aspecto intelectual. Éste puede ir desde el comentario de haber visto aunque sea de lejos al artista cinematográfico de moda, decir una opinión sobre la calidad del los bailarines o hasta hacer una crítica a la interpretación de los músicos en el salón de baile. Seguirse mutuamente en el movimiento y en la conversación puede hacer del baile toda una experiencia única e irrepetible.

Verónica Jiménez Reyes

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